Solemnidad de La Natividad de san Juan Bautista

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Solemnidad de Natividad de san Juan Bautista Misa del día Lectionary: 587 Primera Lectura Isaίas 49, 1-6 Escúchenme, islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, él pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”. Entonces yo pensé: “En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios”. Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar a Israel en torno suyo –tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza–. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convert...

Lecturas del Domingo 4º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

IV Domingo Del Tiempo Ordinario
Lectionary: 72

Primera Lectura
Lectura del libro de Jeremías (1,4-5.17-19):1, 4-5. 17-19

En tiempo de Josías, el Señor me dirigió estas palabras:
“Desde antes de formarte en el seno materno, te conozco;
desde antes de que nacieras,
te consagré como profeta para las naciones.
Cíñete y prepárate;
ponte en pie y diles lo que yo te mando.
No temas, no titubees delante de ellos,
para que yo no te quebrante.

Mira: hoy te hago ciudad fortificada,
columna de hierro y muralla de bronce,
frente a toda esta tierra,
así se trate de los reyes de Judá, como de sus jefes,
de sus sacerdotes o de la gente del campo.
Te harán la guerra, pero no podrán contigo,
porque yo estoy a tu lado para salvarte”.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial
Salmo 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17

R. (cf. 15ab) Señor, tú eres mi esperanza.

Señor, tú eres mi esperanza,
que no quede yo jamás defraudado.
Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme;
escucha mi oración y ponme a salvo.
R. Señor, tú eres mi esperanza.

Sé para mí un refugio,
ciudad fortificada en que me salves.
Y pues eres mi auxilio y mi defensa,
líbrame, Señor, de los malvados.
R. Señor, tú eres mi esperanza.

Señor, tú eres mi esperanza;
desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre,
yo me apoyaba en ti y tú me sostenías.
R. Señor, tú eres mi esperanza.

Yo proclamaré siempre tu justicia
y a todas horas, tu misericordia.
Me enseñaste a alabarte desde niño
y seguir alabándote es mi orgullo. 
R. Señor, tú eres mi esperanza.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,31–13,13): 12, 31–13, 13

Hermanos: Aspiren a los dones de Dios más excelentes. Voy a mostrarles el camino mejor de todos. Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que una campana que resuena o unos platillos que aturden. Aunque yo tuviera el don de profecía y penetrara todos los misterios, aunque yo poseyera en grado sublime el don de ciencia y mi fe fuera tan grande como para cambiar de sitio las montañas, si no tengo amor, nada soy. Aunque yo repartiera en limosnas todos mis bienes y aunque me dejara quemar vivo, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es grosero ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. El amor disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites.

El amor dura por siempre; en cambio, el don de profecía se acabará; el don de lenguas desaparecerá y el don de ciencia dejará de existir, porque nuestros dones de ciencia y de profecía son imperfectos. Pero cuando llegue la consumación, todo lo imperfecto desaparecerá.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, sentía como niño y pensaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, hice a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo y oscuramente, pero después será cara a cara. Ahora sólo conozco de una manera imperfecta, pero entonces conoceré a Dios como él me conoce a mí. Ahora tenemos estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor; pero el amor es la mayor de las tres.

Palabra de Dios

Aclamación antes del Evangelio
Lc 4, 18

R. Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado
para anunciar a los pobres la buena nueva
y proclamar la liberación a los cautivos.

R. Aleluya.

Evangelio
Lectura del santo evangelio segun san Lucas 4, 21-30

En aquel tiempo, después de que Jesús leyó en la sinagoga un pasaje del libro de Isaías, dijo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: “¿No es éste el hijo de José?”

Jesús les dijo: “Seguramente me dirán aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’ y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm”. Y añadió: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria”.

Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una saliente del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.

Palabra del Señor

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