Séptimo Domingo de Pascua, La Ascensión del Señor Ciclo B

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Solemnidad de la Ascensión del Señor Lectionary: 58 Ciclo B Primera Lectura Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 1-11 En mi primer libro, querido Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que ascendió al cielo, después de dar sus instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los apóstoles que había elegido. A ellos se les apareció después de la pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo y durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios. Un día, estando con ellos a la mesa, les mandó: “No se alejen de Jerusalén. Aguarden aquí a que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que ya les he hablado: Juan bautizó con agua; dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”. Los ahí reunidos le preguntaban: “Señor, ¿ahora sí vas a restablecer la soberanía de Israel?” Jesús les contestó: “A ustedes no les toca conocer el tiempo y la hora que el Padre ha determinado con su autoridad; pero cua

Lecturas del Domingo 4º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

IV Domingo Del Tiempo Ordinario
Lectionary: 72

Primera Lectura
Lectura del libro de Jeremías (1,4-5.17-19):1, 4-5. 17-19

En tiempo de Josías, el Señor me dirigió estas palabras:
“Desde antes de formarte en el seno materno, te conozco;
desde antes de que nacieras,
te consagré como profeta para las naciones.
Cíñete y prepárate;
ponte en pie y diles lo que yo te mando.
No temas, no titubees delante de ellos,
para que yo no te quebrante.

Mira: hoy te hago ciudad fortificada,
columna de hierro y muralla de bronce,
frente a toda esta tierra,
así se trate de los reyes de Judá, como de sus jefes,
de sus sacerdotes o de la gente del campo.
Te harán la guerra, pero no podrán contigo,
porque yo estoy a tu lado para salvarte”.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial
Salmo 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17

R. (cf. 15ab) Señor, tú eres mi esperanza.

Señor, tú eres mi esperanza,
que no quede yo jamás defraudado.
Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme;
escucha mi oración y ponme a salvo.
R. Señor, tú eres mi esperanza.

Sé para mí un refugio,
ciudad fortificada en que me salves.
Y pues eres mi auxilio y mi defensa,
líbrame, Señor, de los malvados.
R. Señor, tú eres mi esperanza.

Señor, tú eres mi esperanza;
desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre,
yo me apoyaba en ti y tú me sostenías.
R. Señor, tú eres mi esperanza.

Yo proclamaré siempre tu justicia
y a todas horas, tu misericordia.
Me enseñaste a alabarte desde niño
y seguir alabándote es mi orgullo. 
R. Señor, tú eres mi esperanza.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,31–13,13): 12, 31–13, 13

Hermanos: Aspiren a los dones de Dios más excelentes. Voy a mostrarles el camino mejor de todos. Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que una campana que resuena o unos platillos que aturden. Aunque yo tuviera el don de profecía y penetrara todos los misterios, aunque yo poseyera en grado sublime el don de ciencia y mi fe fuera tan grande como para cambiar de sitio las montañas, si no tengo amor, nada soy. Aunque yo repartiera en limosnas todos mis bienes y aunque me dejara quemar vivo, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es grosero ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. El amor disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites.

El amor dura por siempre; en cambio, el don de profecía se acabará; el don de lenguas desaparecerá y el don de ciencia dejará de existir, porque nuestros dones de ciencia y de profecía son imperfectos. Pero cuando llegue la consumación, todo lo imperfecto desaparecerá.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, sentía como niño y pensaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, hice a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo y oscuramente, pero después será cara a cara. Ahora sólo conozco de una manera imperfecta, pero entonces conoceré a Dios como él me conoce a mí. Ahora tenemos estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor; pero el amor es la mayor de las tres.

Palabra de Dios

Aclamación antes del Evangelio
Lc 4, 18

R. Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado
para anunciar a los pobres la buena nueva
y proclamar la liberación a los cautivos.

R. Aleluya.

Evangelio
Lectura del santo evangelio segun san Lucas 4, 21-30

En aquel tiempo, después de que Jesús leyó en la sinagoga un pasaje del libro de Isaías, dijo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: “¿No es éste el hijo de José?”

Jesús les dijo: “Seguramente me dirán aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’ y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm”. Y añadió: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria”.

Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una saliente del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.

Palabra del Señor

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