Solemnidad de La Natividad de san Juan Bautista

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Solemnidad de Natividad de san Juan Bautista Misa del día Lectionary: 587 Primera Lectura Isaίas 49, 1-6 Escúchenme, islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, él pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”. Entonces yo pensé: “En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios”. Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar a Israel en torno suyo –tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza–. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convert...

Lecturas del Domingo 30º del Tiempo Ordinario - Ciclo C



XXX DEL TIEMPO ORDINARIO

Lectionary: 150

PRIMERA LECTURA 
Del libro del Eclesiástico (Sirácide) 35, 12-17. 20-22

El Señor es un juez
que no se deja impresionar por apariencias.
No menosprecia a nadie por ser pobre
y escucha las súplicas del oprimido.
No desoye los gritos angustiosos del huérfano
ni las quejas insistentes de la viuda.

Quien sirve a Dios con todo su corazón es oído
y su plegaria llega hasta el cielo.
La oración del humilde atraviesa las nubes,
y mientras él no obtiene lo que pide,
permanece sin descanso y no desiste,
hasta que el Altísimo lo atiende
y el justo juez le hace justicia.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial
Salmo 33, 2-3. 17-18. 19 y 23

R. (7a) El Señor no está lejos de sus fieles.

Bendeciré al Señor a todas horas,
no cesará mi boca de alabarlo.
Yo me siento orgulloso del Señor,
que se alegre su pueblo al escucharlo.
R. El Señor no está lejos de sus fieles.

En contra del malvado está el Señor,
para borrar de la tierra su recuerdo.
Escucha, en cambio, al hombre justo
y lo libra de todas sus congojas.
R. El Señor no está lejos de sus fieles.

El Señor no está lejos de sus fieles
y levanta a las almas abatidas.
Salve el Señor la vida de sus siervos.
No morirán quienes en él esperan.
R. El Señor no está lejos de sus fieles.

SEGUNDA LECTURA
De la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.16-18):

Querido hermano: Para mí ha llegado la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento.

La primera vez que me defendí ante el tribunal, nadie me ayudó. Todos me abandonaron. Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos. Y fui librado de las fauces del león. El Señor me seguirá librando de todos los peligros y me llevará salvo a su Reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Aclamación antes del Evangelio
2 Cor 5, 19
R. Aleluya, aleluya.
Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo,
y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación.

R. Aleluya.

EVANGELIO
Lectura del santo evangelio segun san Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que s tenían por justos y despreciaban a los demás:

"Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias'.

El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: 'Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador'.

Pues bien, yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido''.

Palabra del Señor

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